[Uno]
Me miro los pies. Otro día. Hace una semana que tengo miedo, y que busqué por todas partes. De todas maneras puede tratarse de un error, porque muchas veces me pasa de confundir los sentimientos. Sentir calor y era angustia. Sentir como una opresión en el pecho y era sueño. Por suerte puedo quedarme en la cama a analizar todo esto.
El vivir sola me ha dado madurez, en el medio del bosque, un auténtico vergel. A veces abro la puerta y es un desierto lunar, el frío entra por los poros de mi casa y yo estoy en la cama.
La cama más grande del mundo. Nadie tiene una cama así. Mis padres tienen una cama grande en la que supongo que malamente se aburren y así y todo es chica al lado de la mía. Mis amigos de mi edad tienen camas de juguete, camas para dormir. Unos amigos más grandes tienen camas en todo caso como la de mis padres, pero todos suponemos que se divierten un poco mejor, aunque algunos se la pasan llorando. Quizá es mi influencia. Yo nunca lloro, pero creo que a veces inspiro a llorar.
Mi cama ocupa los veintidós metros cuadrados de mi casa, en una de mis primeras coincidencias de predestinación generadora. Entonces mi casa está hecha para un colchón de dos plazas, tres colchones de una plaza, y un colchón de tamaño indefinido, sábanas, mantas parciales, retazos de acolchados, almohadas y almohadones, todo seguramente robado a mi familia.
En mi casa es ley estar descalza, y mala costumbre andar en piyama. Mi casa está en el fondo del gran jardín de la casa de mis padres, y además del gracioso espacio mullido tengo un baño de fantasía con dos viejas bañeras con patas, como dos Behemots obedientes, paralelos (una historia bastante larga y que favorece a mi padre, aunque después él se haya arrepentido), y vidrios, espejitos de colores, caracolas (maravillas por las cuales una entregaría todas esas inútiles piezas de oro y plata a las fuerzas realistas).
Afuera, mi patio pequeño; después empieza la frondosidad, la anchuria arbolada, la vegetación subtropical, supertropical, y más allá lo de ellos, la parquización, la piletización olímpica. Pero en mi patiecito tengo una parrilla, un anafe y un horno de barro auténtico (nuestro planeta consta de tierras y aguas, los dos elementos base para producir barro), pero clausurado.
Necesito dormir.